Separados por, apenas, un par de kilómetros, ambos sitios arqueológicos son piezas clave para entender el tremendo paso que varias ciudades experimentaron durante el Epiclásico mesoamericano. Tras la caída de ciudades poderosas como Teotihuacan o Cholula, Cacaxtla y Xochitécatl tuvieron un apogeo económico y político convirtiéndose en un punto importante que diversificó distintos aspectos para formar culturas posteriores: rutas económicas, cultos y creencias.
Cacaxtla posee, dentro de los restos arqueológicos, bellas imágenes en sus paredes denominadas como "La batalla" donde distintos personajes aparecen en diversas situaciones que parecen ser una guerra o, bien, un sacrificio. Además, en estos sitios arqueológicos podemos comprender cómo es que los sistemas de clases tenían una separación tanto en espacio de viviendas como en lugares de culto: Xochitécatl parece haber sido la zona de veneración dedicada, principalmente, a la fertilidad; de ahí el nombre, contando con algunos edificios donde se alojaban personas importantes y de alta jerarquía. Cacaxtla, por otro lado, parece haber sido el lugar donde la gente llana administraba los bienes para la primer ciudad y su propia subsistencia.
Además de estos aspectos, podemos apreciar un fondo maravilloso, los enormes volcanes que lo rodean: el Iztaccíhuatl, el Popocatépetl y el volcán Matlacueye. Los acomodos arquitectónicos y estratégicos de los emplazamientos obedecen también a este hecho de representar los elementos naturales y una ejemplificación "mundana" del espacio divino, ostentado por estas enormes moles naturales.
Fuente: Arqueología viva de México
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